sábado, 18 de junio de 2016




La realidad mediatizada: el fenómeno del Pókemon go

Analizando en el nuevo fenómeno del juego Pokemmon go  podemos hacer una serie de reflexiones sobre el fenómeno ya de escala creciente y a nivel mundial, de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en cuanto a su incidencia en la conformación de una nueva subjetividad de época.

Pokémon Go es un juego de realidad aumentada que retoma el videojuego (y la serie televisiva) que nació en Japón hace dos décadas. El juego, gratis, permite a los usuarios usar la cámara y el GPS del teléfono para buscar monstruitos (pokemones) en las calles de su ciudad. Un mapa muestra su ubicación, y hay que “descubrirlos” con la cámara, y luego capturarlos con un gesto del dedo sobre la pantalla del teléfono. (Fuente: www.veradia.com/nota.php?id=8557). Existen también pokeparadas, en donde se pueden obtener pokebolas para atrapar pokemones y hasta huevos para criarlos.

Los chicos se reúnen en las plazas para cargar las pelotas y huevos para jugar el juego generando espacios de socialidad entre los adolescentes y jóvenes que lo juegan. Se dice entonces que hay beneficios, pues los chicos salen a caminar por las calles de su pueblo o ciudad y se juntan entre ellos para socializar.

Surgen algunas reflexiones de esta posible interpretación de los hechos. Caminar por las calles, o por una plaza siempre fue una experiencia posible de realizar antes de la existencia de las nuevas tecnologías. De hecho cuando uno lo hace puede disfrutar del aire libre, conectarse con su entorno, sentir el ruido de los pájaros, disfrutar del paisaje, etc. ¿Qué diferencia hay entre esta experiencia tan antigua y el hacerlo jugando al Pokemon go?

La mediatización. Con la tecnología GPS y la aplicación del juego transito por las calles pero la imagen de la calle me la devuelve el artefacto tecnológico. La realidad circundante queda “mediatizada”, como si dijéramos que los lentes a través de los cuales veo la realidad son las tecnologías.

Con las relaciones sociales sucede lo mismo. Siempre existió la experiencia de juntarse con amigos, mucho antes del surgimiento de las nuevas tecnologías. Sin embargo relacionarse a través de los dispositivos aunque la persona con la que nos relacionamos esté a nuestro lado, constituye la misma experiencia de mediatización de la realidad. Los dispositivos tecnológicos mediatizan también mi relación con los otros. Entre yo y el otro hay un dispositivo que hace de puente para la conexión, y fíjense que digo conexión y no  “vínculo”. El vínculo implica más compromiso emocional, ligazón y acceso directo de los sentimientos del otro. Las tecnologías también mediatizan entonces las relaciones sociales.

Entonces tenemos contacto con el mundo externo, con la naturaleza y con los otros mediados por los dispositivos tecnológicos. ¿Es esto bueno, es esto malo? No lo sabemos. Tal vez antes que esa pregunta sería mejor otra: ¿Podemos experimentar la realidad externa, disfrutar la naturaleza y relacionarnos con los otros sin la mediación de estos dispositivos tecnológicos?

Por otro lado está el tema de las edades, ¿Es este un fenómeno adolescente exclusivamente? Muy probablemente no. Las nuevas tecnologías y dispositivos tecnológicos están en manos de todas las edades y la misma fascinación produce en los adultos. Se pueden ver mesas de adultos reunidos y todos al mismo tiempo mirando las pantallas, o también pasándose aplicaciones. ¿Asistimos entonces a la necesidad creciente de mediatizar nuestro contacto con la realidad externa y con los demás a través de dispositivos tecnológicos? ¿Mejora esto nuestro contacto con el mundo externo y nuestras relaciones con los demás?
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Subjetividad informacional o mediática: reflexiones

La experiencia de vivir en un mundo de hiper-información seguramente configura nuestras conciencias de una manera distinta a como lo hacían otros entornos sociales. estamos acostumbrados a ser bombardeados a diario con flashes de información de las más variados temas, vivimos en un mundo de pantallas, cada vez más digital que analógico. Toda nuestra experiencia vital esta mediada por artefactos tecnológicos, computadoras portátiles, celulares inteligentes, hasta los trámites se están haciendo cada vez más en forma online.
La subjetividad de nuestra época se hace más en la experiencia de las pantallas, las pistas de información que pasan rápido, las imágenes, el hipertexto; que en la experiencia del libro impreso, el diario de la mañana, o la radio. Aunque seguimos usando estos medios, hoy no son lo que marcan el ritmo de la sociedad como en otros tiempos.
La radio por ejemplo, era un medio que dejaba mucho espacio a la imaginación de los oyentes. Basta con pensar en las novelas radiales en donde uno escuchaba la voz de los personajes y sonidos que representaban al abrir o cerrarse de una puerta, o los pasos de los personajes. Uno tenía que participar más en la construcción del medio, imaginarse la contextura de los personajes, su aspecto, etc.
Esto comenzó a cambiar mucho con la televisión, que ya nos ofrecía la amalgama de imagen y sonido que hoy nos es más familiar. Nuestra cultura de hoy magnifica esta experiencia de la pantalla grande llevándola a pantallas pequeñas y portátiles, como las notebooks y celulares. Y con internet se posibilita que la velocidad de circulación de las imágenes, sonidos y textos aumente a niveles nunca soñados por ninguna civilización anterior.
Sin embargo la subjetividad en que muchos adultos nos formamos era otra. El protagonismo lo tenía el texto escrito. Este tipo de experiencia, el de la lecto-comprensión, requería atención, concentración, reflexión, análisis, pensamiento. Todas estas operaciones de la conciencia como puede advertirse demandan tiempo. Y en la era de la información nos envuelve la rapidez, la inmediatez. Por lo tanto es normal que hoy nos preguntemos sobre la efectividad de las tradicionales formas de la pedagogía.
¿Es posible todavía darle lugar a la imaginación, el pensamiento crítico, la reflexión, en un mundo de hiper-información? ¿Cómo hacer para no sufrir el exceso de información que termina des-informando, es decir la "saturación?


A continuación presentamos un cuadro comparativo con las características de la nueva subjetividad informacional o "mediática", en relación a la antigua subjetividad "institucional" o "pedagógica". La idea de una nueva configuración subjetiva a partir de la invasión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la extraemos de Ignacio Lewcowicz y Cristina Corea, quienes en su libro "Pedagogía del aburrido" (2004, ed, Paidós), elaboran ampliamente esta cuestión.


Subjetividad informacional/mediática
Subjetividad pedagógica/institucional

-Figura del “espectador”.

-La “mirada” como experiencia paradigmática.


-La T.V. como objeto paradigmático.

-El espectador se configura y desconfigura  en distintos entornos, entra y sale de la red.

-El “espectador” se constituye en la percepción y el estímulo, lo importante es la conexión y “dejarse llevar”.


-En el entorno informacional, tenemos al “usuario”, no cuenta la interpretación al recibir los estímulos, tampoco el sentido.


-El principal problema de habitar situaciones informacionales o mediáticas es la saturación y la dispersión. Aquí cuenta la “creatividad”, poder hacer algo con lo que se presenta.

-Aparece la figura del “aburrido” como síntoma de la época, cuando el espectador es “pura pista de información”, esta lo atraviesa pero no deja nada.

-Las experiencias mediáticas pueden multiplicar las conexiones (consumo, interacciones con pares), o generar imitación (identificaciones).

-El entorno informacional operan con la velocidad y la repetición de los mensajes.

-Figura del “letrado”.

-Práctica de la “lectoescritura” como paradigma de la experiencia.


-El libro impreso como figura destacada.

-Cultura de la letra o “letrada”: escritura, interpretación y crítica.

 -El “letrado” se constituye en la experiencia  de la conciencia y la interpretación, por  lo tanto es fundamental la operación del pensamiento.

-Tenemos al “sujeto de aprendizaje”, en donde se reciben estímulos a través de la percepción y la conciencia los reelabora, produciendo nuevos sentidos.

-El malestar de la situación institucional o disciplinaria es la represión. Aquí contaba la imaginación.


 -El “oprimido” era la figura de este momento, sufre por el exceso de reglas y la imposición de sentidos.


-Las experiencias pedagógicas generan reflexión, análisis y crítica.



-El entorno de la lectoescritura funciona con operaciones del pensamiento que buscan las diferencias y la lógica (interpretar, describir, generalizar, etc.).                                                

                                                      



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