La
realidad mediatizada: el fenómeno del Pókemon go
Analizando en el nuevo
fenómeno del juego Pokemmon go podemos
hacer una serie de reflexiones sobre el fenómeno ya de escala creciente y a
nivel mundial, de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en
cuanto a su incidencia en la conformación de una nueva subjetividad de época.
Pokémon
Go es un juego de realidad aumentada que retoma el videojuego (y la serie
televisiva) que nació en Japón hace dos décadas. El juego, gratis, permite a
los usuarios usar la cámara y el GPS del teléfono para buscar monstruitos
(pokemones) en las calles de su ciudad. Un mapa muestra su ubicación, y hay que
“descubrirlos” con la cámara, y luego capturarlos con un gesto del dedo sobre
la pantalla del teléfono. (Fuente: www.veradia.com/nota.php?id=8557).
Existen también
pokeparadas, en donde se pueden obtener pokebolas para atrapar
pokemones y hasta huevos para criarlos.
Los chicos se reúnen en
las plazas para cargar las pelotas y huevos para jugar el juego generando
espacios de socialidad entre los adolescentes y jóvenes que lo juegan. Se dice
entonces que hay beneficios, pues los chicos salen a caminar por las calles de
su pueblo o ciudad y se juntan entre ellos para socializar.
Surgen algunas reflexiones
de esta posible interpretación de los hechos. Caminar por las calles, o por una
plaza siempre fue una experiencia posible de realizar antes de la existencia de
las nuevas tecnologías. De hecho cuando uno lo hace puede disfrutar del aire
libre, conectarse con su entorno, sentir el ruido de los pájaros, disfrutar del
paisaje, etc. ¿Qué diferencia hay entre esta experiencia tan antigua y el
hacerlo jugando al Pokemon go?
La mediatización. Con
la tecnología GPS y la aplicación del juego transito por las calles pero la
imagen de la calle me la devuelve el artefacto tecnológico. La realidad
circundante queda “mediatizada”, como si dijéramos que los lentes a través de
los cuales veo la realidad son las tecnologías.
Con las relaciones
sociales sucede lo mismo. Siempre existió la experiencia de juntarse con
amigos, mucho antes del surgimiento de las nuevas tecnologías. Sin embargo
relacionarse a través de los dispositivos aunque la persona con la que nos
relacionamos esté a nuestro lado, constituye la misma experiencia de
mediatización de la realidad. Los dispositivos tecnológicos mediatizan también
mi relación con los otros. Entre yo y el otro hay un dispositivo que hace de
puente para la conexión, y fíjense que digo conexión y no “vínculo”. El vínculo implica más compromiso
emocional, ligazón y acceso directo de los sentimientos del otro. Las
tecnologías también mediatizan entonces las relaciones sociales.
Entonces tenemos
contacto con el mundo externo, con la naturaleza y con los otros mediados por
los dispositivos tecnológicos. ¿Es esto bueno, es esto malo? No lo sabemos. Tal
vez antes que esa pregunta sería mejor otra: ¿Podemos experimentar la realidad
externa, disfrutar la naturaleza y relacionarnos con los otros sin la mediación
de estos dispositivos tecnológicos?
Por otro lado está el
tema de las edades, ¿Es este un fenómeno adolescente exclusivamente? Muy
probablemente no. Las nuevas tecnologías y dispositivos tecnológicos están en
manos de todas las edades y la misma fascinación produce en los adultos. Se
pueden ver mesas de adultos reunidos y todos al mismo tiempo mirando las
pantallas, o también pasándose aplicaciones. ¿Asistimos entonces a la necesidad
creciente de mediatizar nuestro contacto con la realidad externa y con los
demás a través de dispositivos tecnológicos? ¿Mejora esto nuestro contacto con
el mundo externo y nuestras relaciones con los demás?
***
Subjetividad informacional o mediática: reflexiones
La experiencia de vivir en un mundo de hiper-información seguramente configura nuestras conciencias de una manera distinta a como lo hacían otros entornos sociales. estamos acostumbrados a ser bombardeados a diario con flashes de información de las más variados temas, vivimos en un mundo de pantallas, cada vez más digital que analógico. Toda nuestra experiencia vital esta mediada por artefactos tecnológicos, computadoras portátiles, celulares inteligentes, hasta los trámites se están haciendo cada vez más en forma online.
La subjetividad de nuestra época se hace más en la experiencia de las pantallas, las pistas de información que pasan rápido, las imágenes, el hipertexto; que en la experiencia del libro impreso, el diario de la mañana, o la radio. Aunque seguimos usando estos medios, hoy no son lo que marcan el ritmo de la sociedad como en otros tiempos.
La radio por ejemplo, era un medio que dejaba mucho espacio a la imaginación de los oyentes. Basta con pensar en las novelas radiales en donde uno escuchaba la voz de los personajes y sonidos que representaban al abrir o cerrarse de una puerta, o los pasos de los personajes. Uno tenía que participar más en la construcción del medio, imaginarse la contextura de los personajes, su aspecto, etc.
Esto comenzó a cambiar mucho con la televisión, que ya nos ofrecía la amalgama de imagen y sonido que hoy nos es más familiar. Nuestra cultura de hoy magnifica esta experiencia de la pantalla grande llevándola a pantallas pequeñas y portátiles, como las notebooks y celulares. Y con internet se posibilita que la velocidad de circulación de las imágenes, sonidos y textos aumente a niveles nunca soñados por ninguna civilización anterior.
Sin embargo la subjetividad en que muchos adultos nos formamos era otra. El protagonismo lo tenía el texto escrito. Este tipo de experiencia, el de la lecto-comprensión, requería atención, concentración, reflexión, análisis, pensamiento. Todas estas operaciones de la conciencia como puede advertirse demandan tiempo. Y en la era de la información nos envuelve la rapidez, la inmediatez. Por lo tanto es normal que hoy nos preguntemos sobre la efectividad de las tradicionales formas de la pedagogía.
¿Es posible todavía darle lugar a la imaginación, el pensamiento crítico, la reflexión, en un mundo de hiper-información? ¿Cómo hacer para no sufrir el exceso de información que termina des-informando, es decir la "saturación?
A continuación presentamos un cuadro comparativo con las características de la nueva subjetividad informacional o "mediática", en relación a la antigua subjetividad "institucional" o "pedagógica". La idea de una nueva configuración subjetiva a partir de la invasión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la extraemos de Ignacio Lewcowicz y Cristina Corea, quienes en su libro "Pedagogía del aburrido" (2004, ed, Paidós), elaboran ampliamente esta cuestión.
Subjetividad
informacional/mediática
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Subjetividad
pedagógica/institucional
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-Figura del “espectador”.
-La “mirada” como experiencia
paradigmática.
-La T.V. como objeto paradigmático.
-El espectador se configura y
desconfigura en distintos entornos, entra
y sale de la red.
-El “espectador” se constituye en la
percepción y el estímulo, lo importante es la conexión y “dejarse llevar”.
-En el entorno informacional, tenemos
al “usuario”, no cuenta la interpretación al recibir los estímulos, tampoco
el sentido.
-El principal problema de habitar
situaciones informacionales o mediáticas es la saturación y la dispersión.
Aquí cuenta la “creatividad”, poder hacer algo con lo que se presenta.
-Aparece la figura del “aburrido” como
síntoma de la época, cuando el espectador es “pura pista de información”,
esta lo atraviesa pero no deja nada.
-Las experiencias mediáticas pueden
multiplicar las conexiones (consumo, interacciones con pares), o generar
imitación (identificaciones).
-El entorno informacional operan con
la velocidad y la repetición de los mensajes.
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-Figura del “letrado”.
-Práctica de la “lectoescritura” como
paradigma de la experiencia.
-El libro impreso como figura
destacada.
-Cultura de la letra o “letrada”:
escritura, interpretación y crítica.
-El “letrado” se constituye en la
experiencia de la conciencia y la
interpretación, por lo tanto es
fundamental la operación del pensamiento.
-Tenemos al “sujeto de aprendizaje”,
en donde se reciben estímulos a través de la percepción y la conciencia los
reelabora, produciendo nuevos sentidos.
-El malestar de la situación
institucional o disciplinaria es la represión. Aquí contaba la imaginación.
-El “oprimido” era la figura de este
momento, sufre por el exceso de reglas y la imposición de sentidos.
-Las experiencias pedagógicas generan
reflexión, análisis y crítica.
-El entorno de la lectoescritura
funciona con operaciones del pensamiento que buscan las diferencias y la
lógica (interpretar, describir, generalizar, etc.).
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